Las Meditaciones sobre la técnica de Ortega y Gasset
De Wikillerato
Ortega y Gasset -el filósofo español que tanta influencia ha ejercido en el pensamiento actual-, ha sido uno de los primeros pensadores contemporáneos en reflexionar sobre el impacto de la técnica y la tecnología en la sociedad de todas lasa épocas y especialmente en la actual; ha adelantado muchas de las posturas de la moderna orientación filosófica conocida con el nombre de Ciencia, Tecnología y sociedad.
En sus Meditaciones de la técnica y otros ensayos sobre ciencia y filosofía, distingue varias fases en la evolución de la técnica, y consecuentemente en la evolución de las culturas y sociedades, hasta alcanzar el impacto decisivo que tiene la técnica en la sociedad actual con sus ventajas e inconvenientes.
Los estadios son:
- La técnica del azar.
- La técnica del artesano.
- La técnica del técnico.
La técnica del azar
Es la fase que corresponde a las sociedades primitivas en las que el azar representa un papel fundamental.
Los actos técnicos están sumergidos en sus actos naturales porque el primitivo ignora su propia técnica. La sencillez y escasez de esta técnica primigenia hace que sea ejecutada por todos los miembros de la comunidad; todos hacen fuego, elaboran arcos o flechas.
La única diferenciación que se produce muy pronto es la de que las mujeres se ocupan en ciertas faenas técnicas, y los varones en otras. La mujer cultiva los campos; fue ella la inventora de la técnica agrícola, decisiva para el paso al Neolítico, la gran revolución de la humanidad.
Con el descubrimiento de la agricultura y sus ciclos, se pasa de una vida nómada y recolectora a una vida sedentaria que hace posible el desarrollo de la ciencia, la cultura, la técnica y el arte.
Sin embargo -afirma Ortega y Gasset-, su inventar no es un previo y deliberado buscar soluciones; es la solución la que le busca. No se sabe o no se conoce como inventor de inventos, no se siente como homo faber.
La técnica del artesano
Es la técnica de los griegos, romanos y de la Edad Media La característica fundamental es que el repertorio de los actos técnicos ha crecido enormemente. Muchos se han hecho tan complejos que no puede ejecutarlos cualquiera; es preciso que un grupo de personas se encargue de ellos, son los artesanos que dedican su vida a esta tarea.
En este segundo estadio, el ser humano adquiere conciencia de la técnica como algo especial y aparte. Ve la actuación del artesano: zapatero, herrero, albañil etc., y entiende la técnica según la figura de los técnicos o artesanos.
La zapatería, por ejemplo, es la destreza que poseen ciertas personas llamadas zapateros.
En esta fase, la persona se encuentra instalada en el sistema fijo de las artes. Este es el sentido de la palabra griega techne, de la que nos habla Aristóteles.
Este estadio requiere además un periodo de formación; la técnica tiene que aprenderse. Es la época de maestros y aprendices. Las técnicas están ya elaboradas y vienen de una tradición antigua. Los estilos de tal o cual maestro se transmiten en forma de escuelas: los pintores, los tintoreros, los vidrieros, los albañiles, etc.
Estos oficios hicieron surgir los gremios y las calles donde vivían formando una comunidad. En las ciudades antiguas todavía se conservan los nombres de las calles donde vivían los artesanos.
Otra característica de la artesanía es que inventa sobre todo instrumentos. El utensilio es un suplemento del propio artesano y no algo independiente de él como será la máquina.
La técnica del técnico
En la máquina, en cambio, pasa el instrumento a primer plano y es el ser humano el que ayuda y suplementa a la máquina. En la técnica del técnico, hay ya una conciencia suficientemente clara de la capacidad técnica. La técnica ya no es un azar, ni un tipo de persona -el artesano-, porque en este estadio, la técnica es ilimitada. Éste es pecisamente el riesgo de la técnica.
El tecnicismo de la técnica moderna es hijo de la revolución en la ciencia física de los siglos XVI al XVIII. El nuevo tecnicismo procede de la nueva ciencia ideada por Galileo en el siglo XVI.
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