Los felices años veinte.
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Revisión de 10:58 6 ago 2008
La Primera Guerra Mundial produjo modificaciones importantes en el sistema capitalista mundial. Aumentaron los desequilibrios del mercado internacional y se desencadenó un traslado de riquezas desde los países beligerantes hacia sus proveedores. Dejando en segundo lugar a Gran Bretaña, Estados Unidos alcanzó la supremacía económica y se transformó en el elemento motor de la economía mundial, desbancando a las viejas naciones europeas. USA, con enormes reservas de oro y una moneda fuerte, pasó de deudor a exportador de capitales convirtiéndose en el acreedor de sus aliados europeos, a los que prestaba dinero para la reconstrucción económica y el pago de reparaciones de guerra impuestas en el Tratado de Versalles a los países vencidos.
Los Estados europeos estaban endeudados tras la guerra. Para financiar los gastos, los gobiernos pusieron en circulación abundante papel moneda sobrepasando sus reservas de oro, lo que generó una inflación galopante que, al unirse al aumento de la producción de alimentos y materias primas, disparó los precios; las monedas se despreciaron sin parar respecto al dólar y se devaluaron. La inflación y el alza de precios -generales en Europa- fueron especialmente acusadas en Alemania, ya que debía hacer frente al pago de las reparaciones de guerra a los aliados -6.000 millones de dólares en plazos-, lo que originó una situación caótica, ya que con su producción paralizada no podía hacer frente a tales cargas. La situaciónmejoró con el plan Dawes, en 1924, que estableció un sistema de inversiones y créditos americanos a Alemania para que pudiera pagar a los aliados.
Debido a la demanda europea también crecieron económicamente los países cuyas capacidades de producción estaban intactas como Japón, la URSS y los países nuevos (Brasil, Canadá, Australia, Sudáfrica, etc.) que vieron surgir complejos industriales diversificados.
Entre 1925 y 1929 se vivieron unos años de prosperidad, los "felices veinte". Los países industrializados se lanzaron a una nueva etapa de crecimiento económico en la que Estados Unidos ocupó la primera posición, con una tasa de crecimiento anual de su economía del 5%. Las nuevas fuentes de energía -la electricidad y el petróleo- sustituyeron al carbón en muchas ramas. Algunos sectores industriales como el de los transportes (automóviles, camiones, aviones, locomotoras) conocieron un desarrollo espectacular, especialmente la producción de automóviles, que en Estados Unidos creció un 33% anual en esos años. Esta industria influyó en otras, impulsándolas (carburantes, carreteras, neumáticos) y en los servicios (restaurantes, gasolineras). La industria química tuvo un progreso considerable, estimulada por la producción de caucho para neumáticos, rayón para los vestidos, abonos para la agricultura y productos farmacéuticos. Aparecieron nuevas industrias como las de electrodomésticos y el cine. Igualmente la construcción conoció un auge.
Se acentuó el proceso de la concentración empresarial; las fusiones se multiplicaron en todas partes: USA, Gran Bretaña, Alemania, Japón. Ocho grandes holdings financieros controlaban el 30% de la riqueza en Estados Unidos. Las empresas racionalizaron cada vez más su trabajo, con la generalización del sistema Taylor, con la especialización y la producción en serie de los productos. La cadena de montaje de Ford para automóviles fue generalizada para otros bienes de consumo. Esto permitió aumentar sin cesar la producción y la productividad a la vez que se reducían costos y se moderaban los precios.
La agricultura se benefició también del rápido progreso tecnológico (uso de abonos artificiales, mecanización, pesticidas), lo que permitió el crecimiento de la producción. Por el contrario las industrias tradicionales estaban estancadas.
Todos estos progresos permitieron el desarrollo del consumo en masa. En los hogares de la clase media americana y de los obreros cualificados, que vieron aumentar sus salarios, se generalizó el uso de bienes de consumo: teléfono, radio, gramófono, coche. La publicidad agresiva creó nuevas necesidades y orientó el gusto de los consumidores que aprovecharon el crédito fácil y la venta a plazos para comprar más aún. Así surgió la sociedad de consumo. El modelo de vida americano, con su nueva mentalidad y forma de vestir, se quiso imitar en todo el mundo. El cine y la música (jazz, charlestón) contribuyeron a difundirlo.
Sin embargo, la prosperidad de los felices veinte fue relativa. Había algunos problemas.
Era una prosperidad muy mal repartida. En USA de 10.000 millones de dólares de beneficios, sólo 600 fueron a los bolsillos de las clases populares. Los salarios habían crecido mucho menos que los beneficios y la productividad.
El paro aumentó espectacularmente desde 1921, alcanzando más del 15% en Gran Bretaña y Alemania, cifra muy alta ya que antes de 1914 rara vez subía del 10%.
El estallido de la crisis de 1929 reveló la fragilidad de la prosperidad de los años 20.
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