Crónica sarracina
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Escrita por Pedro de Corral motu proprio, la enseñanza última de la Crónica sarracina es que hay que defender la autoridad del monarca porque es la garante de la unidad religiosa y política del reino.
Aunque no es más que un libro de aventuras pseudhistórico redactado como si fuera una crónica y su propósito principal es el de relatar la caída de España en manos de los árabes, la obra contiene un resumen de la historia de España hasta Enrique III.
Como es habitual en los romances hagiográficos, el texto tiene la forma de un díptico. La primera parte está dedicada a la figura cortesana de don Rodrigo. La segunda gira en torno a la idea de la restauración, encarnada en don Pelayo.
A pesar de su éxito (se nos ha conservado en trece manuscritos y fue utilizada como fuente por algunos cronistas como Alfonso Martínez de Toledo), ya Fernán Pérez de Guzmán la atacaba sin piedad al comienzo de su prólogo a las Generaciones y semblanzas:
Muchas Vezes acaesçe que las coronicas e estorias que fablan de los poderosos reyes e notables prinçipes e grandes çibdades, son auidas por sospechosas e inçiertas e les es dada poca fe e abtoridat, lo cual, entre otras cabsas, acaeçe e biene por dos: la primera, porque algunos que se entremeten de escriuir e notar las antiguedades son onbres de poca vergueña, e mas les plaze relatar cosas estrañas e marauillosas que verdaderas e çiertas, creyendo que non sera auida por notable la estoria que non contare cosas muy grandes e graves de creer, ansi que sean mas dignas de maravilla que de fe, como en otros nuestros tiempos fizo un liuiano e presuntuoso onbre, llamado Pedro de Coral, en una que se llamo Coronica Serrazina (otros la llamauan del rey Rodrigo), que mas propiamente se puede llamar trufa o mentira paladina.
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