Sócrates
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Introducción
Ateniense, Sócrates participó en las guerras del Peloponeso y fue el centro de la filosofía de su época. Su enorme fama llega a nuestros días, entre otras cosas por su condena a muerte por ingestión de cicuta. Su acusación fue la de impiedad (asebeia), y la de corromper a la juventud; hoy día consideramos tal acusación una monstruosidad y nos extraña que la asamblea democrática votara mayoritariamente tan tremenda injusticia.
Sócrates no dejó nada escrito, ya que consideraba que la palabra en el diálogo tiene más fuerza que la escritura, prefería mil veces un rato de conversación con la gente en la plaza del mercado que escribir tratados de ciencia o filosofía. Dado que toda su enseñanza fue oral, hay que recurrir a la imagen que nos han dado de él sus contemporáneos, entre los que no hay acuerdo, y esto hace que se acreciente nuestro interés.
Fuentes
Básicamente los relatos en torno a su persona y enseñanzas los debemos a:
El comediógrafo Aristófanes, que nos presenta en algunas de sus comedias como Las nubes, Los pájaros y Las ranas, a un Sócrates ridículo. Jenofonte habla de Sócrates en sus obras, Apología de Sócrates, Memorables y el Banquete, donde aparece como un personaje sin ninguna cualidad excepcional. Platón, el discípulo por excelencia de Sócrates, cuya amistad y enseñanzas transformaron toda su vida. Sócrates es para Platón un modelo de maestro e incluso un héroe que murió injustamente por buscar el bien y la verdad. Aristóteles, discípulo de Platón, reconoce el valor de Sócrates como filósofo, aunque no tan apasionadamente como su maestro.
El interés de la investigación socrática se centra en el ser humano y en la sociedad, por lo que inventó el primer método científico dirigido a la superación del relativismo y del escepticismo, principal característica del pensamiento sofista.
El método socrático
Método, del griego metá odós, significa el camino para alcanzar un grado de conocimiento universal y objetivo, la ciencia (epistéme), capaz de superar la subjetividad del mundo cambiante de la opinión (dóxa).
Se conoce con el nombre de diálogo socrático y consta de dos partes, la ironía y la mayéutica.
En la Grecia clásica, se distinguía entre dos personalidades o caracteres muy frecuentes y opuestos, el aladson y el eiron; el primero es el fanfarrón, aquella persona que sabiendo poco, presume de ser sabio, mientras que el eiron, es el individuo que, sabiendo mucho, tiene conciencia de su ignorancia y pregunta a los demás para que le orienten.
Sócrates, en sus diálogos se muestra como un eiron, por eso su actuación se conoce como ironía, primera parte imprescindible del método.
En el proceso de ironía, formulaba una serie de preguntas sobre el tema propuesto, por ejemplo la virtud, o la religiosidad u otros asuntos tratados por los sofistas; estas preguntas iban dirigidas a conseguir que su interlocutor tomara conciencia de que en realidad no sabía nada sobre el tema del que se consideraba sabio. Ésta era su primera victoria, (la ironía es en realidad un combate dialéctico), conseguir que la persona que dialogaba con él se diera cuenta de su ignorancia. Sólo la conciencia de la propia ignorancia es el primer paso para aprender.
Según Sócrates el principio de la sabiduría está en “saber que no se sabe nada”.
Esta primera y dolorosa parte del método, atrajo sobre Sócrates grandes enemistades, ya que dejaba públicamente en evidencia a los llamados “expertos” o “sofistas”, y en Atenas se conocían personalmente casi todos los ciudadanos.
La conciencia de la propia ignorancia, no es estrictamente una cualidad moral, sino una preparación necesaria para construir un conocimiento cierto y objetivo.
En la segunda parte del método, la mayéutica (el verbo maieuo, significa ayudar a dar a luz), Sócrates no señalaba dónde se encontraba la verdad, más bien actuaba como las comadronas, ayudando a su discípulo a encontrar la verdad dentro de sí; pensaba que cualquier persona era capaz de llegar a conocer la ciencia más profunda por sí mismo, con tal que se le guiase y ayudase convenientemente.
En el diálogo del Menón de Platón, Sócrates llama a un esclavo analfabeto, el cual llega -a través de la conversación con Sócrates- a comprender el teorema de Pitágoras.
Una vez aceptada la conciencia de la ignorancia, Sócrates guiaba a su interlocutor hasta alcanzar la definición universal de virtud, por ejemplo, definición que, como es lógico, él conocía desde el principio del diálogo mismo.
El método socrático es dialogal y didáctico, siendo muy apreciado en la actualidad en cualquier grado de la enseñanza.
En cuanto a su Antropología y Ética, parece que Sócrates afirmó la realidad del compuesto humano,- cuerpo y alma -; el alma es la parte más perfecta porque en ella habitan el conocimiento y la virtud. Aquí se encuentra el origen del llamado intelectualismo moral, que heredaron en mayor o menor medida sus discípulos Platón y Aristóteles.
El fin de las acciones humanas es la felicidad (eudaimonía), que sólo se consigue con la posesión del bien y de la verdad: el camino adecuado para alcanzarla es la virtud. Según Sócrates sólo se hace mal por ignorancia; por esta razón habría que eliminar las cárceles y sustituirlas por escuelas en las que se practicara el método y se consiguieran aprender las virtudes; la virtud es cuestión de ciencia y sabiduría, es un saber.
Buscar el bien y la verdad, es lo más útil para el ser humano, y no el sentido materialista que se le da a este concepto en nuestros días: el sabio es a la vez virtuoso. Platón intentó realizar este intelectualismo y utilitarismo moral con la fundación de la Academia, cuyas enseñanzas serían más convenientes para la sociedad que la actividad política misma.
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