Juan Rodríguez del Padrón
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Introducción
El gallego Juan Rodríguez del Padrón debió nacer a finales del siglo XIV. Fue buen conocedor del ambiente palaciego, de la heráldica y de los diversos asuntos que se debaten en la corte (poesía, "feminismo", nobleza). Viajó por Europa acompañando al Cardenal Juan de Cervantes. Tomó el hábito franciscano en 1441 en Jerusalén.
Toda su producción prosística tiene como fin explicar el verdadero sentido de las fablas de los gentiles y servirse de sus estructuras narrativas para transmitir un contenido moral que pudiera incorporarse a la concepción literaria de la corte para la que escribe.
El Bursario
Es una traducción de las Heroidas de Ovidio, en la cual se incluyen unas glosas que exponen cómo deben ser entendidas estas historias. Aunque este texto latino ya fue vertido al castellano por orden de Alfonso X e incluido en diversas partes de la General Estoria, Rodríguez de Padrón ofrece una versión nueva -eso no quita que hubiera leído la alfonsina- que responde a las preocupaciones letradas de la corte de Juan II.
A pesar de que el autor pretende loar los amores lícitos y reprender los deshonestos, no cabe duda de que por ser la traducción muy ajustada al original, también ofrece todo un muestrario de sentimientos y de reacciones afectivas que acabarán por formar parte de las ficciones sentimentales. Otro rasgo destacable es que el texto español hereda el importante papel que la naturaleza juega en las Heroidas : por primera vez en nuestra literatura, un locus amoenus servirá de escenario a los sufrimientos de los personajes.
Al final de la obra, y como cierre de ella, se incluyen tres epístolas originales de Juan Rodríguez en las que imita el discurso amoroso que ha construido en su traducción.
Triunfo de las donas
En principio es, como su título indica, una defensa de las mujeres, pero en realidad se trata de un extenso prólogo a un discurso sobre la nobleza: la Cadira de honor.
El Triunfo comienza contando cómo el autor se encontró con unos jóvenes amigos que discutían del honor, si fuesse el verdadero fruto de la virtud, et la virtud, si prinçipio o raíz fuesse de la nobleza y le preguntaron su parecer. Tras escucharlo, le piden que lo escriba. Una vez que lo ha hecho, no sabe a quién dedicarlo. Se va a un lugar solitario y consulta diferentes autoridades. En eso está cuando de una fuente cercana surge una voz llena de pasible dolor que le ofrece cincuenta argumentos en defensa de las mujeres, los cuales podrían agruparse así (1):
- Por ser creada la última, la mujer es el ser más perfecto de la creación.
- La culpa del pecado original fue del hombre (una teoría similar en el Libro de las claras e virtuosas mugeres de Álvaro de Luna).
- Las virtudes son mayores en la mujer que en el hombre.
- La mujer es superior porque fue escogida para que Cristo se encarnase.
- Las persecuciones contra los cristianos fueron promovidas por hombres.
- Incluso en el dominio de la ficción, aunque no lo parezca, a cada gran varón se le puede contraponer una gran mujer.
- En la mujer se resumen las siete virtudes.
El autor, convencido, decide dedicar su tratado a la reina y retoma el marco primero para dar paso a la Cadira de honor:
desque ove comigo mesmo repetidas por (h)orden las cidas cosas, fablé, siguiendo la razón, de ver a ninguna otra persona que a vuestra real magestad el seguiente conpendio intitular. El qual, muy gloriosa señora, non a fin de querer vuestra singular discreçión enseñar le enbío, por quanto sería presunptuoso pensar querer enseñar a Minerva, mas porque el real resplandor la escuridat esclarezca del mi çiego ingenio, et aquesta segund que las otras sinples escripçiones mías, de los reprehensores, por su acostunbrada benignidat, defienda; cuyo prinçipio a los mançebos, ya por mí nombrados, mi razonamiento enderesçando, en tal (h)orden se sigue.
Cadira de honor
El texto se abre con un envío a algunos señores mançebos de la corte del Rey Don juan el Segundo y trata dos temas fundamentales para la vida cortesana:
- La definición de honor, que ya se había apuntado al comienzo del Triunfo de las donas.
- La valoración de los elementos heráldicos.
En cuanto al primero, comienza definiendo nobleza como non vileza y disntingue cuatro tipos: theológica, moral, política, vulgar. De la primera y la última apenas si dice algo, pues le interesa la nobleza moral y, sobre todo, la política, cuyo principio y raíz es onorable benefiçio por méritos o graçiosa mente avido del prínçipe, o del prinçipado, que faze al su poseedor del pueblo ser diferente. A partir de aquí desgrana el asunto con el apoyo de diferentes autoridades para, finalmente, hacer una defensa de los antiguos linajes frente al ascenso fulgurante de una nueva nobleza:
La nobleza, que es virtud en efecto, es mayor e más exelente en la terçera e quarta generaçión que non es en la primera; e quanto más alongada fuere del su escuro prinçipio, segund que las virtudes, tanto más clarificada e más exçelente será.
El segundo tratado versará sobre las señales que en la vanderas e en los escudos de algunos que non deven, e de otros que en modo non convenible se traen y se articula en tres cuestiones:
- Si puede tomar armas qualquier persona.
- Si las puede tomar de sí mesmo, o las deve reçebir del prínçipe do ellas se levantan.
- Un gentil onbre si puede en una provinçia o reino las armas de otro tomar sin su liçencia.
A raíz de esta última, entra en lo que es el núcleo de la cuestión: las leys de nobleza e del blasón ; es decir, una valoración de la dignidad de los diferentes colores y figuras de los blasones. La conclusión es que todo prínçipe deve dar figura convenible a la virtud e condiçión de la persona que las armas resçibe, siguiendo la divina autoridad que ove suso alegado en fin del Génesis, la qual enseña commo el padre de los doze tribus, siguiendo la virtud e condiçión de cada uno de sus fijos, e non segund el amor e afeçión que les avía por espíritu profético las diez figuras de animales dando o conparando, a cada uno d[e]ellos la suya, segund su meresçimiento e calidad convenibles.
Algunos de los manuscritos de la Cadira terminan con una Carta (...) que paresçe averla hecho cuando se partió a ser fraile en el Santo Sepulcro de Jerusalén, yendo desnaturado del reino. En ella se reafirma la unidad del conjunto Triunfo de las donas-Cadira de honor:
Estudia conplazer a las entendientes donas de onor con la tu primera parte; e a los omes generosos, poseedores de alguna virtud, con la segunda.
Notas
Los textos de Juan Rodríguez del Padrón se citan por las ediciones en línea recogidas como "enlaces externos".
(1) Cfr. GÓMEZ REDONDO, Fernando. Historia de la prosa medieval, III. Madrid, Cátedra, 2002, pp. 3294-3298.
Enlaces externos
- Bursario (fragmentos).
- Cadira de honor.
- Epístolas originales
- Poesías.
- Siervo libre de amor.
- Triunfo de las donas.
- Enric Dolz i Ferrer. Juan Rodríguez del Padrón, Juan de Cervantes y Gonzalo de Medina. Apuntes biográficos.
- Enric Dolz i Ferrer. "Siervo libre de amor" de Juan Rodríguez del Padrón: estudio y edición (tesis doctoral).
- Michel Garda. Vida de Juan Rodríguez del Padrón.
- Martin S. Gilderman. Juan Rodríguez del Padrón: profeta-mártir del amor cortés.
- Tomás González Rolan-Pilar Saquero Suárez. Las cartas originales de Juan Rodríguez del Padrón: edición, notas literarias y filológicas.
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