Las artes figurativas bizantinas.
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Escultura
Debido a las terribles querellas iconoclastas del siglo VIII, que destruyeron muchas obras, no quedan muchas obras. La escultura bizantina supuso la culminación del arte paleocristiano y mantuvo las técnicas y estética propias del mismo, como la rigidez, antinaturalidad y ausencia de volumen. Su mayor interés es la influencia que tendrá en el arte medieval de Occidente.
En bulto redondo destacan los Tetrarcas de San Marcos de Venecia. Los artistas prefirieron trabajar el relieve realizado sobre materiales ricos (marfil); abundan piezas de pequeño tamaño, como los "dípticos consulares", conmemorativos de los nombramientos, de los que un buen ejemplo es el Diptico Barberini, y otras de temas religiosos. Es famosa la Cátedra del obispo Maximiano, en Rávena, del siglo VI, realizada con placas de marfil minuciosamente talladas.
Son muy interesantes los capiteles, decorados con temas geométricos y vegetales, cincelados con gran minuciosidad como los de San Vital de Rávena o los de Santa Sofía.
Mosaico y pintura
El mosaico se utilizaba en la decoración interior de las iglesias bizantinas; servía para ocultar la pobreza de los materiales usados (ladrillo) y para conseguir un efecto de riqueza ornamental, por su gran colorido y luminosidad. Los mosaicos se hacían a base de teselas de mármol, cristal, esmalte, nácar, en variadas tonalidades de colores vivos (oro, plata, rojo, verde, azul, blanco). Junto al rico colorido, estos mosaicos se caracterizan por su antinaturalidad, frontalidad, hieratismo, isocefalia, jerarquización y figuras planas.
De la Primera Edad de Oro[1] destacan los mosaicos de Rávena. En San Apolinar el Nuevo se encuentran las procesiones de Santos y Vírgenes que se encaminan hacia el ábside, donde se halla la Virgen con el Niño y los Reyes Magos. En el ábside de San Apolinar in Classe aparece la visión celeste de San Apolinar con un rebaño. El mejor conjunto musivario es el de San Vital en que se representa al emperador Justiniano y su séquito, ofreciendo presentes a la Iglesia, y a su esposa Teodora y su corte. Datan del siglo VI y las caras son retratos idealizados.
En la Segunda Edad de Oro[2], tras el periodo iconoclasta, se fijaron los prototipos que habrán de servir de modelo iconográfico para el arte románico europeo. Las figuras, rígidas y estereotipadas, cargadas de simbolismo, se hacen cada vez más alargadas y austeras. El mosaico adquiere un carácter litúrgico y dogmático y las composiciones se realizaban siguiendo unas normas fijas: el Pantocrátor (Cristo en Majestad bendiciendo) con los símbolos de los evangelistas ocupaba la cúpula; la Virgen con el Niño en el ábside; en los muros laterales de las naves se situaban santos y escenas evangélicas.
La Virgen se representa como Theotokos (madre de Dios, con una fruta o flor que ofrece al Niño), Hodigitria (de pie señalando al Niño como camino de salvación), Kyriotissa ( sentada en su trono con el Niño en el regazo en actitud de bendecir) o Blacherniotisa (orante con los brazos en alto). Otros temas muy frecuentes son la Déesis que muestra a la Virgen y San Juan Bautista rogando a Cristo, y las doce fiestas del año.
En la Tercera Edad de Oro[3] las actitudes se hacen más humanas y libres, a la vez que el paisaje adquiere mayor importancia. A partir del siglo XIII el mosaico entra en decadencia. Los mosaicos de Santa Sofía de Constantinopla fueron destruidos pero destacan los de San Marcos de Venecia, con abundante uso del dorado.
La pintura al fresco sustituye al mosaico en esta etapa, ya que resultaba más barata. Los iconos, pintados sobre tabla, adquirieron mucha importancia. Los de los talleres rusos de Novgorod y Moscú son de gran calidad. La obra maestra es el icono de la Trinidad, obra del pintor Andrei Rublev, del siglo XV, que representa a tres ángeles con Abraham, con figuras melancólicas de gran espiritualidad. Las miniaturas decoraban los libros sagrados, como evangelios, octateucos y salterios.
Las artes decorativas
Alcanzó gran difusión la orfebrería en la que sobresale el uso de esmaltes sobre metales preciosos, siguiendo la técnica del alveolado o del tabicado. La obra maestra es la Pala d´Oro de San Marcos de Venecia. También fueron importantes los tejidos, inspirados en el arte sasánida.
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