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Juan Eugenio Hartzenbusch
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Nació en 1806 y murió en 1880.
Aunque se inició en el oficio de ebanista, ocupación de su padre, lo abandonó al lograr un puesto de taquígrafo en el Diario de Sesiones del Congreso. Empezó su carrera literaria, como tantos otros, traduciendo y adaptando obras, sobre todo del francés. Las lecturas de nuestros clásicos le aficionaron mucho a la literatura española del Siglo de Oro, por lo que realizó bastantes refundiciones de obras dramáticas del XVII. Fue oficial (1844) y luego director (1862-1876) de la Biblioteca Nacional, y académico de la Real Española (1847). Logró gran prestigio también como crítico e historiador de la literatura española.
Los amantes de Teruel, su obra más conocida, fue sometida por su autor a continuas revisiones y correcciones a lo targo de cuarenta años. Se trata de una leyenda antigua, hecha ya tema literario; sin embargo la versión de Hartzenbusch se considera en general superior a las comedias que con el mismo argumento se escribieron en el Siglo de Oro. El ser un tema ya trabajado por otros escritores anteriores hace que Hartzenbusch se preocupe más de la intriga y las peripecias que explican la tragedia. Es importante también el tratamiento que hace del tiempo y los contratiempos porque determinan la acción del drama y se convierten en destino para los personajes que en él intervienen.
Otras obras están dedicadas a temas históricos, como Doña Mencía (1838), Alfonso el Casto (1841), La jura en Santa Gadea (1845), basado en un incidente de la vida del Cid y la mejor de las suyas según la crítica.
Hartzenbusch cultivó con verdadero mérito literario la comedia de magia: La redoma encantada (1839), Los polvos de la madre Celestina (1841), Las Batuecas (1843). Escribió también obras para niños y sainetes, como Juan de las Viñas (1844).
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